El Páucar y la Víbora
Cuenta la leyenda que el Páucar era un niño que tenía la lengua demasiado suelta y que gustaba de burlarse de las personas de la aldea imitando sus voces; solía llevar siempre puestos un pantalón negro y camisa amarilla.
Cierto día, por inventar que una anciana que acababa de llegar al poblado era una runa-mula que los viernes en la noche volaba sobre una escoba, ésta -que en verdad era un hada disfrazada- lo transformó en un pájaro que aún mantuvo los colores de la ropa que llevaba puesta.
Pero el hada tuvo una deferencia con el niño: una vez transformado en ave también mantuvo su inteligencia y su habilidad para imitar el sonido de las gentes y de otros animales. Además de eso, también fue otorgado con una fina habilidad para tejer con pequeñas ramas unos cubículos donde todos anidan muy cerca |os unos a los otros.
Cierto día en que el páucar estaba en lo más alto de un delgado árbol, pudo observar cómo llegaba reptando una víbora que venía huyendo de un búho y un águila que la habían expulsado de la zona del bosque donde solía cazar.
Hambrienta y con todo el peso de los cielos sobre su cuerpo, dejó llevarse hasta los árboles buscando algo con que saciar su enorme apetito. Trepó y trepó hasta llegar a la parte más alta de la punga, árbol de tallo blanco, y al llegar allí no pudo moverse más. Se sentía segura allá arriba y decidió dormir desde que se pusiera el sol hasta que se levantara el día siguiente.
Al abrir los ojos, la víbora vio un festín en los nidos de las hembras del páucar. Brillantes huevos relucían con la caricia del sol, haciéndolos aún más apetecibles a la mirada hambrienta de la víbora.
Tampoco pasó desapercibido para ella que bajo los nidos había un avispero donde las avispas se revolvían al compás de los rayos del sol. “De todas formas este suculento manjar valdrá correr el riesgo”, pensó la víbora.
Con cuidado y sin hacer ningún ruido, la víbora comenzó a subir y a subir hacia donde estaban los nidos, pero el súbito grito del águila que la perseguía la otra noche sonó como un estruendo y ésta cayó directamente sobre el avispero.Los cientos de picotazos que recibió sobre todo su cuerpo hicieron que las esperanzas de la víbora se desvanecieran y saliera huyendo en un ondulante y rápido movimiento.
Ni siquiera sospechó que quien realmente realizó ese sonido de águila fue el propio páucar, que reía ahora tranquilo y orgulloso por su buena imitación. Sin duda no verían a la víbora por esas tierras en mucho, mucho tiempo.
Mensaje del cuento “El Páucar y la Víbora”:
El cuento “El Páucar y la Víbora” transmite el valor de la inteligencia y la astucia para superar las dificultades. El Páucar, a pesar de su naturaleza bromista, logra salvar su nido de una amenaza gracias a su capacidad para imitar sonidos y engañar a la víbora.